Encender
“No se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino para ponerla en el candelero, y así alumbre a todos los de la casa” (Mt 5,13-16).
¿Cuántas veces he dejado mi luz debajo de la mesa por miedo o lata a iluminar a los demás? Cristo nos invita hoy a ser sal y luz del mundo, una sal que condimenta la vida y la llena de sabor con el fin de que resalte y se vuelva plena. A ser una luz que nos hace el llamado a poner el nombre de Cristo en alto, tomando su amor para esparcirlo por el mundo, contagiando a todos los que nos rodean. Todo esto debe hacerse desde el marco de la humildad y la entrega desinteresada, poniendo nuestros talentos al servicio de los demás sin esperar nada a cambio.
Los invitamos a reflexionar acerca de esta luz, que es un reflejo del amor de Cristo. Seamos como la luna al sol, invocados a iluminar la noche de los que no encuentran a Dios. Hoy más que nunca estamos llamados a poner nuestro granito de arena (o de sal) en nuestra vida y la del resto, teniendo siempre la luz en el candelero para que así alumbre a todos en la casa.
Material


Salgamos de nosotros mismos en servicio a los demás para iluminar y salar el camino de aquellos que
lo necesitan
Seamos sal y luz
del mundo
Que nuestra luz sea una luz que ilumina a los demás, que vayamos donde vayamos sepamos hacer que nuestra luz refleje el rostro de Jesús
