“Mi experiencia en Misión de Vida es imborrable, a pesar de ya tener varias misiones en mi cuerpo. Todo esto fue gracias a cada uno de los chicos y chicas que dijeron presente en esta causa.

Conocía muy poco de Misión de Vida, y cuando llegaron a Cabrero fue un click que me hizo en la cabeza y me dije: “tienes que ayudarlos”. Me vi reflejado en ellos y sin duda alguna acepté unirme al grupo. Fue raro en un principio misionar el lugar donde vives y tener que sumarte a un grupo que no conoces en nada, que ni si quiera son de tu región; pero la acogida, calidez y llegada que tuvieron los chicos tanto en mí, como en la comunidad fue genial. Personas cercanas, amables, con chispa y en los que se notaba la presencia de Dios en cada actividad que hacían. Poder compartir con ellos esta Misión de Vida fue lo máximo. Actividades, juegos, puerta puerta, etc. En todo me hicieron sentir como en casa y le llevaron la llama de Cristo a cada cabrerino que fue misionado.
Cada misión es diferente, irrepetible e inigualable a cualquier otra que hayas vivido y esta no fue la excepción, doy enormes gracias a Dios por permitirme seguir sirviéndolo y seguir conectándome con personas que sienten y viven lo mismo que yo.

 Una llama ardiente y viva por Cristo”