“Si evangelizo, no es para mí motivo de gloria, pues es un deber que me incumbe. ¡Ay de mi si no evangelizara!” – San Pablo
Queremos ser esta generación de apóstoles arraigados a la palabra de Cristo, capaces de responder a los desafíos de nuestro tiempo y dispuestos a difundir el evangelio por todas partes. Queremos manifestar el amor y la ternura de Dios, en hacer redescubrir su presencia, la compasión y el amor misericordioso del Padre en medio de los sufrimientos. En la prueba, Dios está con nosotros. Marcha a nuestro lado en el camino de la decepción, del dolor y del desaliento. ¡Queremos ser portadores de Esperanza! de este modo nos afianzaremos en la fe, verdadero fundamento de las cosas que se esperan, y convencimiento de las que no se poseen.
Ser misionero consiste en guiar a las personas hacia una experiencia personal del amor inconmensurable del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es ayudar a los demás a convertirse en verdaderos discípulos de Jesús, a vivir una honda amistad con Jesús y hacerse un único y mismo ser con Él.